Por Gerson Hernández Mecalco*
Los terroristas intentan intimidar a los gobiernos para promover una causa política, económica, religiosa o ideológica. Dice mi Maestro Tarik Zeraoui que no existe una definición exacta del terrorismo, “debido a que el concepto cambia dependiendo de quién lo define y con qué fin”. Agrega Rafael Sánchez Ferlosio en “Notas sobre el terrorismo”, que las muertes provocadas por los terroristas son “muertes firmadas”, ya que el terrorista ha exigido desde el principio que esa muerte lleve su nombre. Sin embargo, es importante señalar que sus efectos no están en el número de muertes que ocasiona, sino en las acciones que logran a largo plazo entre la población y el gobierno.
¿Quiénes son los terroristas? Para los gobiernos de los Estados Unidos, únicamente son los actores no estatales, sin embargo, otros Estados y organizaciones internacionales reconocen el terrorismo de Estado, esto es, cuando es el propio Estado, es decir el ensamble de instituciones, quien hace uso del terror en contra de su propia población, como ha sido el caso de varios regímenes militares como Augusto Pinochet en Chile, y otras dictaduras.
De acuerdo con Enrique Gil Calvo en El miedo es el mensaje, “el terrorismo sabe que causa miedo, y el miedo siempre es noticia, puesto que la información aparenta calmar ese miedo… Pero se da la paradoja de que la información proporcionada por los medios muchas veces no despeja las dudas y, en consecuencia, no elimina el miedo, sino que lo potencia”. En otras palabras, los medios “se convierten sin querer en bomberos pirómanos”, debido a que magnifican el riesgo percibido.
Hace cuatro años la UNESCO publicó “Los medios de comunicación y el terrorismo”, donde se emiten algunas recomendaciones para los periodistas. El estudio recomienda a la prensa, que debe servir de ancla en la esfera mediática: “Durante los primeros minutos de un atentado terrorista, los medios generalmente son las únicas fuentes de información para los ciudadanos, mucho antes de que las autoridades puedan iniciar la comunicación”. La misión de los medios es esencial: “Brindar información clara y precisa, en forma rápida y responsable”. El objetivo es ayudar a los ciudadanos a asegurarles tranquilidad, y de forma paralela, las autoridades deben comunicar orden en el caos.
Por empatía, los medios de información y especialmente los presentadores de noticias de radio y TV, y los tuiteros con cuantiosos seguidores, pueden tranquilizar a la opinión pública. En el manejo riguroso de la información, deberían de comprender la gravedad de los hechos y emitir un tono que genere una tempestiva calma, a través de la elección de las palabras e imágenes; que contribuyan a evitar el pánico; y prevenir represalias y venganza contra los presuntos culpables.
Lo anterior es importante, porque esta semana se cumplen dos décadas de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas en NY, y el edificio del Pentágono en los E.E.U.U; por un grupo de Al Qaeda, que, a través del secuestro e impacto de aviones comerciales, provocó la muerte a casi tres mil personas y más de 25 mil heridos; muchos de ellos con lesiones permanentes. La reacción del gobierno de George W. Bush fue la guerra contra Afganistán y el inicio de la llamada guerra contra el terrorismo. La comunicación política es clave en una crisis; y dicen los que saben que “las peores consecuencias de una crisis no son el evento por si mismo, sino, lo que se decidió o no se decidió, lo que se hizo o no se hizo, lo que se dijo y no se dijo”. Ahí radica la importancia de la comunicación política y el manejo de crisis.
*Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM, @gersonmecalco