“1984” de George Orwell

“1984” de George Orwell

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Por Vidany Ojeda

La época en que vivió Orwell tuvo un impacto notable tanto en su vida, como en su obra y es una reinterpretación virtuosamente expresada de lo que acontece. Orwell presenta en narrativa, un mundo futurista en el que la mente de las personas es manipulada descaradamente por los dirigentes de una organización llamada: El Partido. A ello se suma la constante modificación de las noticias actuales y de la historia, la eliminación de documentos con información auténtica, la supresión y acotación del lenguaje, la formación de las personas (desde muy temprana edad) para el servicio fiel y leal hacia El Partido, la erradicación de emociones, la vigilancia absoluta y el amor irracional hacia el Gran Hermano. Pareciera un mundo totalmente ficticio pero ¿cuántas de estas cosas se presentan en la actualidad sin que siquiera se perciban?

 

“Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado.” Es una de las frases que más destacan en la novela, ya que el Partido tiene el mando absoluto sobre la comunicación escrita y no permite la divulgación de textos que afecten los intereses del mismo. Lamentablemente esto no es una ficción; sucesos parecidos han ocurrido en la realidad (como la quema de libros judíos durante el holocausto, por poner uno de los ejemplos más escandalosos) con la finalidad de erradicar del pensamiento ideas que inciten a poner en tela de juicio lo que se vive cotidianamente. Algunos de los habitantes de Oceanía (en donde se sitúa la narración) tienen la labor de eliminar todos los documentos que estimulen la sospecha; al mismo tiempo “actualizan” constantemente los escritos para que la historia sea acorde a las conveniencias del régimen pero, ¿no sucede algo parecido en los libros de texto históricos? Algunos lo llaman la historia de bronce, en donde se pone de manifiesto una historia tergiversada con el objetivo de imponer  el régimen en turno. Incluso pasa con los libros de texto gratuito que se estudian en las escuelas públicas.

 

Una de las técnicas empleadas por el Partido para garantizar el correcto comportamiento de los habitantes es la educación desde los primeros años de vida. Los niños son entrenados para “olfatear” el comportamiento inapropiado y en caso de ser necesario delatar a los infractores. También se sataniza al sexo tomándolo como una acción inevitablemente necesaria pero totalmente despreciable, despojándola de todo placer físico o emocional. Desde esta perspectiva ¿el ser humano siempre ha buscado sublimarse a la racionalidad absoluta? ¿Es la gran misión del homo sappiens? En el afán del ser humano por ser cada vez más racional trata de eliminar su parte primitiva para darle el lugar de honor a la razón. Esta actitud ha sido clave para la humanidad, las ideas de la Ilustración se basaron en ella y consolidaron la base del pensamiento moderno.

También se plantea la creación de la “Neolengua”, un nuevo idioma que reduce el léxico y lo limita a su mínima expresión con el fin de acotar la capacidad de pensamiento y comunicación entre los individuos y, de manera simultanea, la libertad.  No obstante, al igual que en todo sistema político, 1984 tiene sus fracturas, en las que no todo el mundo está subyugado al régimen y aún conservan capacidades que les permiten pensar libremente, al menos más allá de los límites establecidos.  Finalmente, nunca se logra desarticular ese objeto primordial del ser humano: ser libre.

“En los viejos tiempos, pensó, uno miraba el cuerpo de una chica, veía que era deseable y ahí terminaba la historia. Pero ahora ya no había amor ni deseos puros. Ninguna emoción era pura, porque todo se mezclaba con el miedo y el odio. Su abrazo había sido una batalla; su clímax, una victoria. Era un golpe contra el Partido. Un acto político.”

 

Si bien, la novela plantea un escenario apocalíptico que muchos podrían tachar de exagerado, la realidad es que Orwell no se equivocaba: tenemos pantallas en todas las casas, en nuestras mochilas y en nuestros bolsillos. Estamos inundados de información tergiversada y la gran promesa de nuestro tiempo es la rapidez y el entretenimiento constante. ¿quién diría que Orwell no sólo era buen escritor sino también un vaticinador?

Contacto: humberto.bautista@politicas.unam.mx