No es como nos la enseñaron

No es como nos la enseñaron

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Por  Ameyalli Valentín Sosa

 

Hace unos días se dio un anuncio sobre el retiro de la estatua de Colón que se encontraba sobre el Paseo de la Reforma ya que se nombró a la estatua que aparentemente sustituirá a dicho monumento. En este sentido se abrió un debate interesantísimo, pues para quien no conozca la Ciudad de México el tema cobró importancia en gran parte medida por el lugar que ocupa en el Paseo de la Reforma debido a que esta es una de las avenidas más emblemáticas de la ciudad tanto por su historia, pues no en vano desemboca en Chapultepec, como por su belleza y variedad arquitectónica, así que el cambio mencionado da mucho de qué hablar.

 

Son muchas las lecturas y posicionamientos que se han dado en relación con dicho proceso pero sin lugar a duda, algo de lo que no se puede dejar de hablar es sobre la reinterpretación de la Historia. Usualmente en los primeros años escolares se nos enseña a la Historia como algo escrito e inamovible, como algo que una vez dictado se tiene que aprender como viene en el libro de texto gratuito, sin embargo, cuando estudiamos lo social más a profundidad nos damos cuenta de que no hay nada más alejado de la realidad, pues la Historia muchas veces se reinterpreta, se vuelve a leer y escribir, y puede que quien fuera un héroe tiempo atrás pase a ser villano, o al revés.

 

Ahora, entre muchas cosas que se pueden decir, la situación con el monumento de Cristóbal Colón y su sustitución por la escultura de una mujer indígena da cuenta de la reinterpretación de ciertos hechos y discursos que muchas veces damos por sentados, y en este caso en particular, la relectura que se le está dando a los procesos de conquista y colonización en nuestro país pues no olvidemos que en la misma sintonía hace poco, en Ciudad de México también, se cambió el nombre de la avenida Puente de Alvarado por la México Tenochtitlán. Ambos ejemplos dan cuenta, entre muchas cosas más, entre matices, errores y aciertos de por medio, de la relectura de los procesos históricos y de los lugares desde los cuales estamos pensando nuestra Historia y nuestra sociedad.

 

Estos ejemplos de alguna manera pudieran parecer un poco distantes tanto histórica como geográficamente para las y los oaxaqueños, sin embargo, un ejemplo en la misma línea: hace unos días se anunciaba de manera oficial la expulsión del ex gobernador de nuestro estado Ulises Ruiz Ortiz del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Si bien su expulsión se debió a conflictos internos al partido y junto con él se expulsó también a la ex secretaria del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) Nallely Gutiérrez bajo acusaciones de dividir al partido y realizar actividades de desprestigio en contra de dirigentes, la realidad es que el exgobernador oaxaqueño ahora es trazado y retratado como un actor indeseable al ser expulsado por el partido que no dudo en mantenerle su apoyo en aquel tan espinoso año de 2006. La lectura del mismo personaje ya no es la misma, la narración sobre él ha cambiado.

 

Para entender este punto es fundamental entender que las sociedades son como seres vivos: crecen, no son estáticos, cambian constantemente, y que el trazo de los sujetos históricos siempre depende de la lente con la que se mira, de quien narra la historia y desde donde se narra. La Historia en este sentido, ya sea aquella de los grandes personajes de los libros y bustos de bronce o de aquellos personajes de nuestra historia más contemporánea, se reescribe constantemente por lo que tenemos que entender que la Historia no es como nos la enseñaron, es un proceso vivo y cotidiano.

Politóloga- UNAM

Twitter: AValentin