Ahora que se habla de ajedrez II

Ahora que se habla de ajedrez II

AMLO le llama la atención a Martí Batres y Ricardo Monreal
Luisa Cortés, la miahuateca que llega al Senado de la República recibe su constancia de mayoría
Sí podemos construir una opción política para Oaxaca : Bersahin López

Por Ameyalli Valentín Sosa

¡Por fin se terminó el Campeonato del Mundo! Después de 11 partidas y muchísimas horas de ajedrez, por quinta vez desde 2013 el GM noruego Magnus Carlsen se proclamó campeón con 7 ½ frente a los 3 ½ del GM ruso Ian Nepomniachtchi. Como se acostumbra en este evento, al terminar la ronda final ambos jugadores en la rueda de prensa respondieron preguntas de diferente índole, desde cuestiones técnicas como los equipos e inteligencias artificiales que utilizaron durante el match o la preparación psicológica para el evento hasta cuestionamientos más sencillos como uno en las rondas previas cuando se le cuestionaba al noruego sobre el movimiento del caballo en ajedrez.

Una de las respuestas que posteriormente se discutieron y se presentaron en redes era una sobre la conformación del equipo de Carlsen donde se mencionaban a los siguientes Grandes Maestros: el GM Peter Heine Nielsen, el GM Fressinet Laurent, el GM Jan Gustafsson, el GM Jorden Van Forrest y el GM Danil Dubov. En este sentido, una pregunta que me surgía al respecto era un cuestionamiento clásico en las Ciencias Sociales, sobre la distinción entre individuo y comunidad, sobre la preponderancia del individuo o de la comunidad y viceversa.

Dar respuestas satisfactorias a estos cuestionamientos es muy complicado, sin embargo, lo que sí creo es que en este ejemplo y en muchos más la respuesta sería la siguiente: la relación es simbiótica e inseparable, que si bien se necesitan de actores y acciones individuales para alcanzar un fin, se requieren de elementos estructurales, en términos marxistas condiciones materiales para la resolución de un fin. Me explico:

Hace unos días en la ciudad de Tlaxiaco se anunciaba una iniciativa encabezada por el colectivo Justo Sierra para incentivar la lectura en la población la cual consistía en colocar en espacios públicos algunas casitas de madera con nombres en lengua mixteca a manera de refugio para libros. En este sentido, el aplaudible esfuerzo del colectivo permitía generar de alguna manera las condiciones materiales para el ejercicio de un derecho individual, como lo es el derecho a la cultura, a la recreación y con ello, el derecho a la lectura.

Sin embargo, iniciativas de este tipo parecieran ser muy poco efectivas o en su defecto nulas en un país poco lector como lo es el nuestro, donde pareciera ser que los esfuerzos individuales y colectivos no se han traducido en un aumento sustancial en temas de lectura. En este sentido, habría que preguntarnos sobre porque no leemos, ¿se debo a cuestiones estructurales? ¿O es nuestra decisión individual no hacerlo?

Intentando resolver un problema como este, las respuestas claramente tendrían que ir en ambos sentidos, en acusar la falta de condiciones materiales para el ejercicio de la lectura y por el otro lado, la falta de esfuerzos individuales. Entiendo perfectamente que la compra de libros en un país como el nuestro donde los salarios se destinan y satisfacen solamente las necesidades básicas permita solamente a grupos reducidos esa posibilidad, pero esfuerzos como el del colectivo oaxaqueño o los esfuerzos cotidianos las bibliotecas públicas (muchas muy hermosas en nuestro estado) son espacios que nos acercan al ejercicio de nuestro derecho.

Ahora, desde los esfuerzos individuales, creo que un problema extremamente grande como este obliga urgentemente a tejer lazos sociales entre población civil, autoridades, y espacios como lo son las bibliotecas y librerías para el fomento de la lectura. Crear comunidades y hábitos lectores, creo, es obligación individual urgente en esta discusión.

Finalmente, un librero mexicano con más de treinta años en el mundo de los libros y la lectura hace poco definía al libro como un pasaporte, como el pasaporte que nos lleva sin restricciones de tiempos a cualquier lugar imaginable, y para empezar no tenemos que ir tan lejos: en nuestro estado hay autores y autoras maravillosas, como Irma Pineda quien en sus textos nos transporta a la musicalidad del Istmo oaxaqueño y a reflexiones desde su femineidad.  Si tanto se habla que no se lee en nuestro país, en nuestro estado, ¿qué hacemos como individuos y como colectivos al respecto? No toda la culpa es individual ni toda la culpa es estructural, pero por algún lado se tiene que empezar.

 

P.S: Hablando de cuestiones individuales y estructurales, las fichas de desaparición de la joven ajedrecista jalisciense Paula Petersen González. que fue localizada y de la activista oaxaqueña Irma Galindo Barrios a más de un mes de su desaparición siguen vigentes. La pregunta obligada en un país donde desaparecen mujeres y asesinan a 10 mujeres diarias es la siguiente: ¿La culpa es estructural en un país donde la capacidad administrativa se ve rebasada por la poca capacidad de actuación de las autoridades competentes o pesa más nuestra apatía individual que nos impide comenzar a tomar conciencia y acciones en un país tan violento como lo es el nuestro?

*Politóloga- UNAM