La vergüenza de ser diputado

Los de Morena, claro está, siguen la línea que les marcan desde el Gobierno de la Ciudad de México

Candidatos omisos a la transparencia
Desde el lugar del privilegio
La 4T ¿Radicalización o continuidad?

Tras ocho meses de trabajo legislativo, está más que claro cómo votan los diputados del Congreso de la Ciudad de México y por qué lo hacen, más allá de sus propias convicciones… si es que las tienen.

Los de Morena, claro está, lo hacen siguiendo la línea que les marcan desde el Gobierno de la Ciudad de México, y poco les importan las críticas que los califican de “levanta dedos”, igualitos a los dinosaurios del PRI que tanto repudiaban.

Lo curioso entre la fracción morena es que, debido a sus escasísimas capacidades, es recurrente que siempre echen mano de los mismos para que suban a tribuna a tratar de sacarles las castañas del fuego, donde muy seguido arden.

Uno de los que más sube es Eduardo Santillán, quien, a pesar de ser menospreciado en el grupo, trata de hacerles menos indigna su votación a favor de causas que, incluso, violan flagrantemente la ley, pero que son órdenes.

Santillán se ve en la necesidad de subir porque su coordinador —Ricardo Ruiz— no da pie con bola y ni siquiera es capaz de sostener acuerdo alguno, pues como él no manda, basta que Valentina Batres, “la diputada No”, le levante la ceja para quedar desactivado.

Y no es que Morena carezca de unas cuantas gentes pensantes, lo que pasa que a esos —y esas— no les dan chance de asumir un rol más protagónico, porque exhiben la ignorancia de sus compañeros.

Junto con Morena están sus rémoras del PT, que, encabezados por Circe Camacho, van en todas a favor de la línea que les marquen, sin importar que queden evidenciadas como simples piezas en el tablero.

Las que de plano dan pena ajena son las dos Verdes, Alessandra Rojo de la Vega y Teresa Ramos, que cuando arrancó la legislatura llevaron fotógrafo para que las tomara en la tribuna, y que cada que votan voltean a ver primero a los morenos para saber cómo.

No tienen ningún empacho en ser un número más ni se preocupan por argumentar nada, pues ni siquiera les preguntan.

Los que llaman la atención son los perredistas Evelyn Parra y Valentín Maldonado, quienes continuamente votan contrario a su partido; se abstienen o se salen del salón a la hora de los votos.

Y es que sus jefes políticos, Julio César El Nenuco Moreno, y Mauricio Toledo, respectivamente, están agarrados del cuello por el gobierno moreno y se tienen que alinear.

Otro que va por su cuenta a la hora de votar y que en sus declaraciones siempre se cuida de no molestar a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, es el priista Miguel Ángel Salazar, por instrucciones de su jefe, el alcalde Adrián Rubalcava.

Por una u otra causa, pero la mayoría de los diputados en Donceles son autómatas y votan por consigna; pocos son los que no.

CENTAVITOS

Ya van siete meses y el alcalde de Coyoacán, Manuel Negrete, aún no conoce los requisitos para nombrar funcionarios ni para remodelar a su gusto, que mucho califican de pueblerino, inmuebles históricos, como el lugar donde despacha, en la casona que alberga la alcaldía.