Por Ameyalli Valentín Sosa *
Sin duda en la literatura mexicana han desfilado diversos nombres que se enmarcan en letras doradas en la historia nacional, por mencionar algunos (porque mencionarlos a todos y todas sería tarea imposible), encontramos a Sor Juana Inés de la Cruz, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Salvador Novo, entre muchos más. En esa lista, de igual manera, escritores extranjeros han encontrado cobijo en las esferas mexicanas siendo “adoptados” de alguna manera muy al estilo de la cantante chilena, Chabela Vargas. En la misma idea, desfilaría el novelista alemán Bruno Traven.
Bruno Traven nacido en 1882 en Schwiebus, Alemania (hoy Polonia) construiría a principios del siglo XX y muy influenciado por la Revolución Mexicana un estilo narrativo propio el cual permitiría ilustrar de manera magistral dicho contexto mexicano. La obra de Traven no solamente encontraría espacio en la literatura a través de sus novelas y sus cuentos, sino que también se vería recuperada tiempo después en el cine siendo su adaptación más conocida Macario dirigida por Roberto Gavaldón y estrenada en 1960 donde los temas sobre la muerte y la vida dialogan de manera magistral.
En este sentido un par de preguntas válidas que pudiera hacerse el lector serían: ¿Por qué hablar ahora de Bruno Traven en una distancia temporal de poco más de un siglo? ¿Es posible relacionarlo de alguna manera con nuestro Oaxaca contemporáneo? La respuesta a primera vista no parece obvia, sin embargo, en uno de sus cuentos podríamos intentar resolver dicha cuestión.
El cuento “Canastitas en serie” originalmente fue incluido en la selección Canasta de cuentos mexicanos publicada originalmente en 1956 por la Compañía General de Ediciones. La historia trazada desarrolla el encuentro entre un turista llegado a México y su encuentro con un indígena oaxaqueño. Traven narra:
“Y así llegó un día a un pueblecito del estado de Oaxaca. Caminando por la polvorienta calle principal en que nada se sabía acerca de pavimentos y drenaje y en que las gentes se alumbran con velas y ocotes, se encontró con un indio sentado en cuclillas a la entrada de su jacal. El indio estaba ocupado haciendo canastitas de paja y otras fibras recogidas en los campos tropicales que rodean el pueblo”.
En pocas páginas nos coloca un conflicto que involucra temas tan complejos como el progreso, la desigualdad, los procesos comerciales y económicos, y las formas mismas de ver y entender el mundo y con ello, la vida. El diálogo de los protagonistas, a consecuencia de los temas que se colocan en la narración, se vuelve atemporal y se puede (re)colocar en nuestro Oaxaca contemporáneo.
Para entender la vigencia de la narrativa hasta aquí bosquejada nos remite a la situación de las y los mezcaleros oaxaqueños, actores indispensables en una de las industrias más características de nuestro estado. Para dimensionar el panorama, hay que entender que de 963 municipios en el país con denominación de origen de la bebida, 570 son municipios oaxaqueños, a la par de ser junto con el tequila, la segunda actividad más importante en el conjunto de bebidas alcohólicas según el informe del INEGI del 2019 “Conociendo la industria del Tequila y Mezcal”.
Sin embargo, en los procesos productivos que involucra al mezcal, se ha acusado que ante la creciente aceleración que ha caracterizado a la industria en años recientes, las grandes empresas han acaparado de manera desigual los beneficios económicos dejando en el último eslabón a las comunidades indígenas de las regiones mezcaleras oaxaqueñas. En estas nuevas dinámicas, estas prácticas parecieran que buscan privilegiar maximizar las ganancias reduciendo con ello el precio que se les paga a los productores de maguey y mezcal en nuestro estado, situación preocupante ante el número de productores y familias enteras que se dedican a la producción y distribución de esta bebida.
En este sentido, la organización comunitaria de los pueblos originarios y sus peticiones de justicia y respeto para los espacios y prácticas centenarias del mezcal cobran legitimidad. Finalmente, si Traven hace varios años ya nos invitaba a reflexionar sobre canastitas, hoy parece buen momento para reflexionar sobre la producción (o no) de mezcalitos en serie.
*Politóloga- UNAM
Contacto: avalentin.s@politicas.unam.mx