El uso político del semáforo epidemiológico

El uso político del semáforo epidemiológico

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Por Vidany Ojeda

Es bien sabido que la política (sobre todo la política electoral) se vale de artimañas para conseguir sus fines. Las temporadas electorales regularmente traen consigo una serie de sorpresas que hacen que los tiempos en los que ocurren se tornen oscuros, y en el mejor de los casos, cómicos. José Agustín, en su tragicomedia mexicana, recoge varios de estos pasajes históricos (entre muchos otros) en donde vemos que la política y los políticos en México, tienen una forma muy particular de vivir estos periodos. Nuestro contexto actual nos arroja sobre una realidad apocalíptica: las elecciones más grandes (en términos numéricos) de la historia de México sucederán en medio de una pandemia.

 

Debido a que la crisis por COVID-19 cambió la forma en la que interactuamos los seres humanos, parecería que el orden natural de las cosas es que la forma de hacer política (específicamente las elecciones) también cambiara. Sin embargo, la realidad apunta a que habrá variaciones más en el ámbito de lo formal que en el contenido. Por ejemplo, el uso de las redes sociales se vuelve imprescindible para cualquier persona que busque acceder a un cargo público. Lo mismo para las personas que actualmente tienen un negocio y buscan posicionarse en el mercado. No obstante, este cambio no es sustancial si comparamos que, en México, y específicamente en el estado de Oaxaca, vivimos una realidad bastante compleja, debido a la composición social y la estructura socioeconómica.

Al día en que se escribe este artículo el semáforo epidemiológico oficial muestra que hay 0 estados de la república en riesgo máximo (rojo), 7 estado en riesgo alto (naranja), 18 estados en riesgo medio (amarillo) y finalmente 7 estados en riesgo bajo (verde). Oaxaca se encuentra en amarillo y se augura que posiblemente pase a verde ¿por qué? porque el ejercicio electoral en México se sigue realizando de manera tradicional. Si bien, existen muchos países que han transitado a la digitalización y virtualización de sus elecciones, en México continuamos haciéndolas mediante el uso de urnas físicas. Esto tiene sus ventajas y por supuesto también sus desventajas, no obstante, se espera que la gente salga a votar en estas elecciones intermedias.

El 21 de abril de 2020 México entró en la fase 3 por COVID-19. A partir de ello comenzó la implementación de un semáforo como una forma gráfica y entendible (para la población analfabeta) de medir la crisis de salud. Las variaciones en el semáforo no se dejaron esperar y uno de los episodios de mayor complejidad fue cuando Claudia Sheinbaum mostró desacuerdo con el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ante la imposición del semáforo epidemiológico en la Ciudad de México. La revista PROCESO recogió este hecho en el que la instrucción federal era que el semáforo rojo se implementara en la CDMX mientras que Sheinbaum apelaba al semáforo naranja “con alerta” con la finalidad de que la economía en la capital del país no colapsara. Vemos uno de los grandes momentos en que el semáforo epidemiológico se pone al servicio de intereses políticos, sea para bien – o no – de la población en su conjunto. Como menciona la politóloga Ameyalli Valentín “(…) la realpolitik, una visión pragmática de la política, muchas veces tiene más peso que la política idealista.”

Ahora bien, nos enfrentamos a un tiempo mucho más complejo: las elecciones intermedias. Andrés Manuel López Obrador ha impulsado una campaña de vacunación que, si bien tiene aciertos, ha sido bastante criticada por su lentitud (en comparación con otros países). Chile es un ejemplo de vacunación masiva (aproximadamente han sido vacunados 6 de los 19 millones de habitantes, es decir, una tercera parte de la población total) y no debemos descartar el hecho de que el actual presidente, Sebastián Piñera, estuviera velando por las elecciones y sus intereses partidarios. En el caso mexicano, la situación es más compleja debido a que contamos con una población mucho mayor (127 millones) lo cual implica una tarea gigantesca, sin embargo, pareciera que el gobierno federal y los gobiernos locales buscarán que las elecciones se celebren de manera tradicional, haciendo que los muchos estados pasen a semáforo verde lo antes posible. En otras palabras, tendremos nuestra tercera ola por COVID-19 después del 6 de junio.

 

En suma, México ha mostrado que el semáforo epidemiólogo no se basa en datos concluyentes, sino que también está influido por intereses políticos. Las elecciones de este 2021 en plena crisis sanitaria plantean la posibilidad de que no se realicen de manera ordinaria, sin embargo, los gobiernos locales y el federal apuestan todo por el plan nacional de vacunación previo a las elecciones. De igual manera, todo apunta a que Oaxaca cambiará a semáforo verde durante la jornada electoral.