Por Rubén Mújica Vélez
Marx en analogía con Shakespeare en “Hamlet” reveló la labor de la Revolución como un topo cava bajo nuestros pies. La 4T tiene su propio Topo: el neoliberalismo que en México es el Salinismo extranjerizante.
La Contra Reforma que socava la labor Reformadora liderada magistralmente por AMLO. Su enorme esfuerzo de decenas de años que despertó a los mexicanos. No es extraño padecer ese virus. El afán de avanzar de las sociedades siempre topa con los reaccionarios. Los conservadores que gozan de una situación buena excelente y que intentan conservarla cueste lo que cueste.
Al pan, pan y al vino, vino, el grupo que dentro de Morena pugna por hacer regresar el salinismo, es el ebrardismo. Marcelo es neto “retoño” del “Grupo Compacto” que, encabezado por Salinas de Gortari, tenía como ideólogo a Manuel Camacho Solís, mentor de Marcelo.
Hay quienes elogian desmesuradamente la labor de Ebrard en Relaciones Exteriores. Pero omiten que esa labor responde a las directrices concretas de AMLO. La mejor política internacional es la que responde a la política interna, a la nacional.
Marcelo como es obligado sigue las instrucciones ideológicamente nacionalistas de AMLO. Con Camacho Solís obedeció sus decisiones, éstas eran del más puro corte salinista. Y cuando Camacho rompió con Salinas, Marcelo se eclipsó. Hoy diligente secretario obedece a AMLO. En el indeseado caso que llegara a Palacio Nacional repondría el salinismo. La extranjerización de la economía y se olvidaría el fundamental principio de “Primero los Pobres”
Pero la ambición rompe el saco. El talento de los mandatarios se mide por los colaboradores y promotores que elige. Marcelo cuenta con un vulgar “matraquero”, alecuije que votó a favor de las reformas de Peña Nieto: Mario Delgado quien sin alcanzar el grado de Topo es el ratón de las tranzas, del “dedazo neopriista”. El Topo de la ContraReforma neoliberal que se percibe en el horizonte, es Marcelo Ebrard.