Por Rubén Mújica Vélez
La Organización Mundial del Comercio (ỌMC) informó su fracaso en la liberación de las patentes de vacunas anticovid “para asegurar un reparto MÁS IGUALITARIO (sería menos DESIGUAL), costarían menos las vacunas y ayudarían a países pobres.
Mientras en países ricos se vacunan 30 personas en los países pobres se vacuna 1 persona. La petición de muchos países de abaratar las vacunas topó con la avaricia de farmacéuticas propiedad de MULTIRRICOS de países ricos.
La solidaridad mundial se mandó al basurero. Producir vacunas significa elevar monstruosamente las utilidades de un puñado de magnates insensibles ante las muertes de ciudadanos pobres. Nuevamente se imponen las diabólicas leyes del capitalismo. Comprueban la validez de la frase de Carlos Marx: “El capitalismo nación tinto en sangre” .
Hoy ante la peor pandemia de nuestra época se ratifica que los capitalistas privilegian el aumento gigantesco de sus riquezas y que para ellos el prójimo es el capital. Peor es que esta pandemia se caracteriza por una enorme y veloz infección pero un porcentaje bajo de fallecimientos. Pero el deterioro del ambiente revelado por la crisis climática nos avisa que pueden originarse pandemias con mayor grado de letalidad, mayor porcentaje de fallecimientos.
Y en caso que se originen el mundo no encontrará apoyo entre los fabricantes de medicamentos para contener esas epidemias. En otra palabras el llamado mundo subdesarrollado no puede confiar en el avance de la ciencia. Porque fatalmente, mientras exista el capitalismo, la ciencia se orientará a elevar las utilidades empresariales. Por eso podemos afirmar que el futuro amenaza a los pobres. Los ricos seguirán disfrutando la enfermiza acumulación de riquezas. Se comprobarán las palabras de Balzac “Las grandes riquezas existen sobre montañas de cadáveres de pobres”. Mientras no se origine la rebelión de los pueblos hambrientos y la violencia social se generalice.