Naciones que reportan pocos números de fallecidos por COVID-19 o están preparados para enfrentar la pandemia tienen algo en común: están gobernadas por mujeres.
En estas naciones, las mandatarias reaccionaron pronto ante el virus, o bien, implementaron sistemas de pruebas masivas.
Tal es el caso de Alemania, con la canciller Angela Merkel, que reporta una cifra de 6,050 muertos. Esto a pesar de que su vecino, Italia, tiene 26 mil 977 decesos.
Desde que reportaron los primeros casos en el país germano, la canciller ordenó la realización de pruebas.
De acuerdo con el Instituto Robert Koch, responsable de gestionar la pandemia, 50 mil tests se realizan cada día en 132 laboratorios en ese país.
Mientras que en España, Gran Bretaña o Francia sólo evalúan a los pacientes más graves.
De hecho, la empresa de análisis Deep Knowledge Group (DKV) consideró que Alemania es el segundo país más seguro ante la pandemia, únicamente por debajo de Israel.
Prácticas efectivas
Por su parte, en Noruega, donde gobierna la premier Erna Solberg, han muerto 205 personas.
Este país aparece en el primer lugar en el Índice de Economías Resilientes, que publicó este mes la empresa FM Global.
Lo que explica su fuerza para recuperarse tras el impacto de la pandemia.
Desde el 24 de febrero el país puso en marcha un plan de acción frente al virus.
Por lo que su sistema de pruebas realiza 18 mil 900 análisis por cada millón de personas. Por encima de Gran Bretaña que hace dos mil 250.
Por su parte, en Islandia han muerto diez personas, con Katrín Jakobsdóttir al frente.
En ese país se implementó una medida de aislamiento obligatorio para quienes ingresaban del extranjero y una estrategia enfocada en proteger a adultos mayores y grupos vulnerables.
En Bolivia, bajo el gobierno interino de Jeanine Áñez, han muerto 50 personas.
Ayer, Nueva Zelanda, donde gobierna la primera ministra Jacinda Ardern, declaró el fin de los contagios locales.
“No hay transmisión generalizada y no detectada en Nueva Zelanda. Hemos ganado esta batalla”
celebró la premier, tras cinco semanas de restricciones.
Algunas empresas y las escuelas tienen autorización para reabrir en el país que suma sólo 19 muertos.
El país ordenó a finales de marzo un confinamiento de cuatro semanas, que implicó el cierre de las fronteras, la obligación de quedarse en casa, el cierre de comercios y la suspensión de actividades no esenciales, una estrategia encabezada por su ministra.
“Las mujeres en puestos de liderazgo están haciendo un trabajo desproporcionadamente grande a la hora de gestionar la pandemia, ¿por qué no hay más?”
expresó la socióloga Leta Hong Fincher a la cadena BBC.