Por Gerson Hernández Mecalco*
“Hay que tener consideraciones con los muertos, porque pasamos mucho más tiempo muertos que vivos”, se escucha en la película mexicana de Macario, protagonizada por Don Ignacio López Tarso. Decía Octavio Paz que “el mexicano frecuenta a la muerte, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor permanente”. Y como un culto a la muerte, durante nueve días las calles de la ciudad de Oaxaca de Juárez, se llenarán del colorido del cempasúchil, olores a copal, incienso, las frutas y pan que se colocan en los altares de los hogares para mantener la comunicación entre los muertos y el mundo de los vivos.
Desde este fin de semana y hasta el tres de noviembre se desarrollarán más de 50 actividades de la llamada “fiesta más viva de todas”. Este territorio gobernado por Salomón Jara, será sede de la “alegría, misticismo y solemnidad” a través de la riqueza cultural lingüística, gastronómica y espiritual donde las comparsas, que son procesiones en las que las y los vivos se visten de trajes tradicionales, catrinas, diablos, muertos; y acompañan los tamborazos de las bandas.
Para la periodista oaxaqueña Yolanda Peach de Leche con tuna, estás festividades son las más especiales; ni la Guelaguetza, ni la Semana Mayor, ni Navidad, ni siquiera el día de la madre, se le pueden comparar. “Indiscutiblemente la temporada más esperada en Oaxaca es la de muertos”. Explica que lo que más ha aportado el periodismo son las narrativas. Contar cómo se vive el día de muertos en cada comunidad, contar el significado de cada tradición, mostrar que la muerte en Oaxaca no es ausencia, sino un regreso lleno de vida y celebración.
Otro elemento importante del periodismo es el uso de infografías que explican paso a paso el significado de cada elemento. “Por ejemplo, en el altar, ¿Qué simbolismo tiene el agua, el cempasúchil o las velas? O el calendario. Observar que cada fecha tiene sus propios rituales y además en el calendario cambia de pueblo en pueblo. Hay poblaciones que empiezan a celebrar desde los primeros días de octubre o incluso hay algunas desde el 29 de septiembre, que es cuando van a pedir permiso para que los muertos puedan regresar a su comunidad”. En otras palabras, parecería que Oaxaca es amiga de la muerte.
En esta receta cultural, son las fotografías periodísticas, de vital importancia, ya que son las más difundidas porque capturan esos momentos íntimos en los panteones. En lugar de flashs, las luces son gracias a las velas. “Observar a las personas en el panteón lleno de flores, las personas, la comida y que llevan la música que disfrutaban sus seres queridos”. Las escenografías perfectas para los visitantes son los panteones en la noche. El gran reto en materia turística es que los visitantes conozcan estos mensajes de fondo, más allá de la comercialización. Entre autoridades, medios de información y población se puede comunicar “el verdadero significado de la festividad”.
Por último, es importante puntualizar que se trata de un momento íntimo y sagrado, lleno de misticismo y tradiciones muy profundas. Transmitir que esta celebración no es sólo una fiesta, si no es un momento de reencuentro y de recuerdo; es uno de los retos de las narrativas periodísticas. El Día de Muertos en Oaxaca es un reflejo de nuestra cultura, donde cada población tiene características específicas y la misión es hacer que se comprenda la profundidad de esta celebración, que está más viva que nunca.
Comunicólogo político, académico de la FCPyS UNAM y Maestro en Periodismo Político @gersonmecalco