Oaxaca lo tiene todo

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Por Ameyalli Valentín Sosa*

Hace unos días con mucho humor hablaba con un colega sobre los medios de producción y en cual nos gustaría vivir. Un poco la broma sobre la conversación era sobre en qué etapa histórica nos gustaría vivir. Él, como especialista de Edad Media, no dudó en contestar el feudalismo, mi respuesta casi en automático fue la siguiente: ¡Claro, porque tú no eres mujer! Conforme maduró la conversación, iba reflexionando sobre mi respuesta y las razones que me llevaron a enmarcarla casi de inmediato.

Para quien no esté familiarizado con el concepto de forma simple se puede decir que los modos de producción son las formas especificas en que la actividad económica se organiza dentro de una sociedad. De manera general y con una visión lineal histórica los modos de producción son el comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo, el socialismo y el comunismo.

El feudalismo, como modo de producción, se asocia históricamente a la Edad Media y las bromas que surgieron iban sobre los matices claroscuros de este periodo y en parte ahí radicó en principio mi aseveración inmediata. Me explico un poco mejor:
Justo en esos días estaba en pleno foco mediático el terrible caso de Luz Raquel, una mujer de 35 años quien fuera quemada viva a pleno luz del día y quien fue desamparada por los mecanismos de protección estatales. Las denuncias previas y una pared con una pinta enmarcando: “Te voy a quemar viva” no bastaron para protegerle la vida a Luz Raquel.

En este sentido regresemos a la Edad Media, ¿recordamos a las mujeres quemadas vivas en juicios públicos? ¿Recordamos la historia de las brujas? ¿Quiénes eran ellas? Siguiendo uno de los mitos de la Edad Media y contradiciendo la imagen generalizada de las brujas no eran mujeres adoradoras del Diablo ni mujeres peligrosas, eran mujeres fuertes, inteligentes, poderosas para la época.

La filósofa Norma Blázquez Graf investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México las define de la siguiente manera: “Eran parteras, alquimistas, perfumistas, nodrizas o cocineras que tenían conocimiento en campos como la anatomía, la botánica, la sexualidad, el amor o la reproducción, y que prestaban un importante servicio a la comunidad. Conocían mucho de plantas, animales y minerales, y creaban recetas para curar, lo cual fue interpretado por los grupos dominantes del medievo como un poder del Diablo”. Varios siglos después, a las mujeres se les siguen quemando vivas en la mira pública.

¿Un caso aislado? El 1 de julio Margarita Ceceña era quemada viva en el estado de Morales y a pesar de que familiares manifestaron que se habían denunciado agresiones previas a las autoridades, la ausencia de respuestas se justificó en que no había motivo suficiente para iniciar investigaciones. En el estado de Jalisco una niña de 11 años fue rociada con alcohol para recibir descargas eléctricas lo cual le provocó quemaduras en su cuerpo para controlar su “ansiedad”.

Los atentados contra mujeres y niñas en un país como el nuestro donde se hablan de 11 feminicidios diarios no son casos aislados, histórica y estructuralmente la violencia contra las mujeres es una constante. Nuestro estado no es la excepción: hoy día la saxofonista María Elena Ríos quien en 2019 sufriría un ataque de ácido que le causaría quemaduras en su cuerpo sigue exigiendo justicia y, entre discursos como el de “Oaxaca lo tiene todo” también tenemos en lo que va del sexenio más de 600 feminicidios en la entidad.

En un contexto como este, las movilizaciones y manifestaciones en contra de este tipo de violencias se vuelven legitimas y necesarias, enmarcar y visibilizarlas es obligatorio tal como sucedió en el Auditorio en la primera Guelaguetza vespertina de este año o en el desfile de la Octava. Las luchas y trabajos de mujeres en Oaxaca y en México merecen sororidad y acompañamiento, podemos ser críticas o críticos frente a ellos, pero en ningún momento demeritarlas porque ellas no son el problema, las mujeres organizadas jamás somos el problema, sino una estructura HISTÓRICAMENTE desigual que pesa sobre nosotras.

Politóloga- UNAM
Twitter: @AmeValentinS