Por Mónica Marín de la Serna
En días pasados, tuve la oportunidad de conocer la inmensidad de un pueblo histórico, de recorrer las calles que un día fueron lago y que los zapotecas desaguaron para poder poblar: “el lugar lleno de varas”. Como refiere la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, las cuevas prehistóricas de Yagul ponen de manifiesto el vínculo entre el hombre y la naturaleza dando lugar a la domesticación de las semillas nativas, lo que abrió el sendero a la civilización en el continente Americano, lo que revela que Tlacolula es la cuna de las semillas primogénitas que se fueron extendiendo por las culturas mesoamericanas que perduran hasta nuestros días.
Tlacolula es el lugar que te conecta con lo antiguo y lo nuevo, desde las ruinas de Yagul donde se fundó la primera comunidad de Tlacolula, pasando por el barro rojo de San Marcos Tlapazola, y terminando con los maestros mezcaleros de San Luis del Río.
Son estos últimos, los maestros mezcaleros de la Agencia de San Luis del Río, quienes merecen de manera especial un reconocimiento mayor por la labor que realizan, en razón que según datos estadísticos del Consejo Regulador del Mezcal, esta comunidad es una de las mayores productoras de mezcal en el Estado de Oaxaca. Entre colinas llenas de maguey, pendientes pronunciadas y a la orilla del Río Hormiga Colorada se encuentra el palenque del señor Pedro Cruz Cruz, quien al lado sus nietos José Antonio Monterrosa Cruz y Pedro Monterrosa Cruz, producen la marca de mezcal “Viejo Cruz”, labor que el primero en mención inició hace más de 60 años, cuando el producir mezcal era una actividad ilícita, y los aguerridos maestros realizaban en la clandestinidad, escondidos en medio de las serranías. Después vinieron los otros tiempos, donde se pedían los permisos que la gente no sabía ni donde se tenían que tramitar, hasta que en la administración municipal nació la figura de “Jefe del Mezcal”, quien otorgaba un permiso para destilar mezcal, una herramienta que servía para librar las batallas con la policía, pues, de encontrar un predio con maguey sin tener autorización para ello, dicha siembra era quemada.
Actualmente, en el Palanque del señor Pedro Cruz Cruz, produce de 1000 a 1200 litros de mezcal artesanal por cada “nada”, lo que se traduce en un tiempo de elaboración de 25 a 30 días, previa selección de los mejores magueyes de la región. Cabe destacar que, la mayor parte de la destilación de mezcal de San Luis del Río se vende a granel a grandes envasadoras, cuyo grado etílico es de 48 a 50 grados, mientras que las grandes marcas homogenizan esta bebida de los dioses para vendérnosla hasta los 38 grados, sin duda un problema que atañe de manera significativa a los pueblos originarios en todos los ámbitos, porque mientras el producto se engendra o nace de las manos del pueblo, son las grandes empresas quienes se llevan las mayores ganancias y el reconocimiento.
Sin embargo, Tlacolula no solo sufre la usurpación a los verdaderos creadores del mezcal, si no también ha sido víctima de los permisos que se han otorgado sin análisis previo, o sin consulta para la construcción de fraccionamientos y del Centro Penitenciario de Tanivet, lo que ha hecho que aunque la antigua civilización haya tenido que bajar de Yagul por las inundaciones, hoy en día en el Valle, se sufra de agua, pues con la instalación de todos los recursos y de manera especial el agua ha tenido que distribuirse entre toda (la ahora) sobre población de este territorio.
A pesar de todas las dificultades que tiene enfrente a Tlacolula, la población se compone de gente que tiene bien arraigada la cultura del trabajo, que sabe que se necesita de voluntad y de esfuerzo para hacer que las cosas mejoren, un pueblo lleno de VALORES Y ESPERANZA.
Si tuviese que decir que es Tlacolula, diría que Tlacolula es su tianguis, Patrimonio Cultural Inmaterial de Oaxaca, son sus magueyes sembrados en tierra caliente, son sus artesanos manipulando el carrizo y los materiales que dan vida a los recuerdos y utensilios, son sus canasteras bailando alegremente, es su barbacoa de domingo y el pan de cazuela en nuestra mesa. Eso es Tlacolula.
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