La llamada Primavera Oaxaqueña sigue acumulando tropiezos, y esta vez la crisis ha alcanzado al Registro Civil del Estado. Bajo el argumento de austeridad, el gobierno de Oaxaca pretende trasladar esta institución al recién recuperado edificio del CNC, sin importar que no cuente con las condiciones adecuadas para operar eficientemente.
El consejero jurídico, Geovany Vásquez Sagrero, parece decidido a imponer el cambio sin considerar las consecuencias laborales y administrativas: hacinamiento de trabajadores, oficinas insalubres y una drástica reducción en la calidad del servicio para la ciudadanía.
Austeridad solo para los trabajadores
Mientras el gobierno insiste en su discurso de transformación, los abusos dentro del Registro Civil continúan. Uno de los casos más alarmantes es el del jefe de la Unidad de Oficialías, Cuauhtémoc Sánchez Martínez, quien, con una actitud despectiva y elitista, exige a los trabajadores de base “adaptarse” a las nuevas condiciones porque, según él, están acostumbrados a vivir en casas de interés social.
Pero la austeridad no aplica para todos. Mientras los empleados de base enfrentan amenazas y represalias por protestar, el director del Registro Civil se asegura una oficina de lujo, con sala de juntas incluida. ¿Es esta la transformación que prometió el gobierno?
Abuso laboral y misoginia institucional
La crisis no solo se refleja en la estructura del Registro Civil, sino también en el ambiente laboral. En el Archivo Central, el jefe de oficina, Samuel Cruz Martínez, ha sido señalado por gritar y humillar a las trabajadoras, en un claro reflejo de abuso de poder y misoginia. Paradójicamente, en fechas como el Día Naranja, el mismo funcionario exige que se realicen actividades institucionales que solo sirven como fachada para ocultar la realidad.
En este clima de hostigamiento, el jefe del Archivo Central, Ricardo Lenin Martínez, se mantiene cómplice con su silencio, permitiendo que estas prácticas continúen sin consecuencias.
Ciudadanía ignorada y trámites en el limbo
Mientras el caos interno crece, los ciudadanos pagan las consecuencias. Aquellos que acuden al Registro Civil en busca de respuestas solo reciben malos tratos, trámites atorados y un servicio ineficiente. En lugar de garantizar atención digna y respeto, el gobierno de Oaxaca ha permitido que esta institución se convierta en un espacio de abuso y corrupción de parte de sus altos mandos, que deberían servir al pueblo.
Si el gobierno realmente quiere combatir la corrupción, como bien dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, debe “limpiar desde la cabeza de cada institución, no desde los pies”. Y otorgar el material adecuado que requiere esta institución ya que la austeridad no se refleja en el gasto millonario de cámaras de vigilancia (37 para ser exactos) en la nueva sede que pretenden imponer, pero sí en los materiales básicos como hojas membretadas, material de papelería que necesita esta institución.
Hoy, la ciudadanía debe preguntarse: ¿quién se beneficia realmente con esta supuesta transformación? Porque si los trabajadores de base están amenazados y los ciudadanos son ignorados, queda claro que la Primavera Oaxaqueña solo florece para unos cuantos privilegiados.
COMENTARIOS