Por Ameyalli Valentín Sosa
La semana pasada por medio de redes sociales se hacía viral la noticia del asesinato de la periodista palestina Shireen Abu Akleh. Shireen fue una de las primeras mujeres árabes corresponsables de guerra y durante más de tres décadas un rostro resiliente, visible y combativo ante el conflicto palestino- israelí.
El pasado 11 de mayo Shireen recibía un disparo en la cabeza, algunas versiones apuntan a un francotirador, mientras cubría una incursión militar israelí en un campo de refugiados palestinos a pesar de traer un chaleco antibalas y un casco que claramente indicaban prensa, las causas desconocidas hasta el día de hoy se oscurecen entre las múltiples contradicciones por parte de las autoridades israelíes. El 13 de mayo en Jerusalén, dos días después, la policía israelí atacó de manera frontal el cortejo fúnebre agrediendo a la comitiva que cargaba el ataúd de la periodista.
Dima Khatib, directora general de los canales de AJ+ afirmó que la fuerza policial israelí buscaba impedir que la caravana fúnebre llegara a la iglesia para la misa correspondiente al credo cristiano de la periodista. Durante la procesión, las imágenes dan cuenta de la violencia ejercida contra quienes sostenían el féretro de la periodista y contra las banderas palestinas. “Incluso hubo gente que arriesgó su vida para cruzar desde la Cisjordania ocupada a Jerusalén, que normalmente los palestinos necesitan permiso. Yo vi mares de gente a pesar de todas las barreras”, aseguró Khatib.
Entre muchas notas que presentaba la prensa mexicana, el caricaturista Chelo de El Universal, presentaba una caricatura política que sintetiza el panorama: un grupo de hombres civiles palestinos cargando un ataúd café con una bandera palestina al centro y un chaleco de press (prensa en inglés) manchado de rojo mientras que al lado derecho, un grupo de policías sin rostro, encubiertos con cascos y toletes sentenciando: “Venimos a verificar que la señora no nos vuelva a exhibir”.
En todo este panorama, más allá del morbo de las últimas imágenes de la periodista palestina, ¿por qué hablar aquí y ahora sobre ella, sobre su muerte en pleno ejercicio del periodismo? La respuesta la podemos encontrar en la vida y muerte de Shireen. En un vídeo muy compartido en las redes sociales se recoge el testimonio de la misma Abu Akleh: “Elegí el periodismo para estar cerca de la gente.” Para ella, el periodismo permitía llevar voces, sabiendo que no era fácil cambiar la realidad llevaba historias al mundo, el hecho de narrar y enunciar en vida se volvió a lo largo de su vida un acto político, de libertad y de justicia. A su muerte, siendo ella cristiana- palestina, en su corte fúnebre por primera vez sonaron todas las campanas en Jerusalén al mismo tiempo, la muerte de la periodista extendía la fraternidad más allá de los credos religiosos.
Este caso, en un país y un estado como el nuestro, cobra relevancia recordando los actos barbáricos contra las y los periodistas mexicanos. A 16 años por ejemplo, el asesinato en el convulso 2006 del periodista estadounidense Brad Will en territorio oaxaqueño a manos de grupos armados aparentemente conformados por paramilitares y funcionarios municipales de la entidad la situación ha sido una carpeta cerrada para olvidar en la historia contemporánea de nuestra entidad. De igual manera la muerte de Abu Akleh resuena con una fuerza similar a la de los 11 periodistas asesinados en nuestro país en lo que va del año, entre discursos confusos sobre sus muertes, resoluciones insuficientes pero con pocas intenciones de una amnesia social.
La convulsión social en Palestina, sin duda, nos obliga a mirar hacia afuera y hacia dentro al mismo tiempo, nos obliga a solidarizar y condenar la violencia injustificable del Estado Israelí pero también a condenar con las mismas fuerzas e intención las violencias contra las y los periodistas en nuestro país y en nuestra entidad. Entender en este caso el asesinato de Shireen no sólo como crimen de guerra, sino como un atentado contra la libertad de expresión, contra el ejercicio del periodismo como capacidad informativa y expresiva, pero también como forma de reivindicación política, simbólica y social.
Allah yerhamek, Shireen.
Descansa en paz.
Shireen Abu Akleh, presente.
Politóloga- UNAM
Twitter: @AmeValentinS