Graduado y con maestría, Guillermo Ochoa se reencuentra con un América en la cúspide. Aquel arquero que con 26 años partió a Europa, ya no existe. En la bifurcación ocurrieron todo tipo de episodios.
Paco Memo vuelve con cicatrices, pero también con experiencias que lo han convertido en una garantía. El tapatío pisará el nido, ahora con dos mundiales en donde acaparó reflectores que quizá lo pudieron haber catapultado a un grande europeo, pero todo quedó en una finta por llegar al PSG, al Barcelona o al Nápoles.
Después del Mundial de 2014, en donde le arrebató de última hora la titularidad a Jesús Corona, parecía inevitable que el canterano azulcrema fuera a dar a uno de los campos históricos de Europa. El no tener pasaporte europeo le pasó una factura dolorosa. Hoy lo tiene, justo cuando decide efectuar el que podría ser su último proceso como jugador, en el futbol mexicano.
Dos descensos y un ciclo fallido en el Málaga han sido parte de este recorrido, en ocasiones frustrante, pero que acabó de manera apropiada, ganándose rápidamente la etiqueta de ídolo en su último club, el Standard Lieja.
El América, por su parte, tampoco es el mismo. Su escudo ya cuenta con tres estrellas más; una de ellas, la del 2013, ganada gracias a la heroica actuación de otro guardameta que llegó a ser muy querido por la afición, Moisés Muñoz. Ese título ha sido por demás importante, pues rompía con una sequía de ocho años de oscuridad.
Las Águilas a las que dejó Memo en 2011 sufrieron para volver a hacer valer su grandeza, pero resurgieron, y hoy son nuevamente poderosas, como su guardameta, quien ocho años después abre las puertas de la casa que lo vio crecer.