A un condiscípulo de la Facultad de Economía de la, UNAM

A un condiscípulo de la Facultad de Economía de la, UNAM

Su nombre se grita fuerte y claro
Lo clásico no pasa de moda
El periodismo en 2022 (2 de 2)

Por Rubén Mújica Vélez

Que grata coincidencia habernos encontrado en ésta que aún es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Agredida y saqueada por malos gobiernos.

Pero al verte volví a vivir el ambiente amistoso de nuestra Facultad, para algunos nuestra amistad era rara por tu holgada posición económica y tus apellidos con DE. Lejanos de mi modestia y de mi ascendencia pueblerina. Hace cosa de 45 años que no nos veíamos. Tú ahora con una mejor fortuna que la que conocí, yo, pensionado Federal con ingresos que en ocasiones no alcanzan.

En todos estos años de lejanía me enteré que apenas salir de la Facultad, las relaciones familiares te llevaron a trabajar en la Banca de Desarrollo (NAFINSA). Obvio un espléndido sueldo y prestaciones generosas. Era época de bonanza, pero para la gran burguesía, la que entendimos en las clases de marxismo. Clases que en seudo Universidades como el ITAM no se imparten. Ahí las clases adineradas forman sus economistas que no critican sino elogian el capitalismo.

Compartimos durante los años en la Facultad las enseñanzas de Don Jesús Silva Herzog, de José Luis Ceceña, Ricardo Torres Gaitán, Bassols Batalla y muchos economistas honestos y profundamente nacionalistas. Participamos con fervor ideológico en machas a favor de República Dominicana invadida por los yanquis, celebramos el triunfo cubano en Playa Girón, ordenada por el seudo demócrata Kennedy.

En fin compartimos un espíritu juvenil distinguido por la indignación política contra los países imperialistas. Tú y yo con cientos de estudiantes repudiamos la masacre de Tlatelolco por el CHACAL Diaz Hordas. (así lo llamamos) creo fue la última vez que te vi. Después me enteré que te incorporaste a la Secretaría de Relaciones y vi tus apellidos con DE en primeras planas. Pero en adelante mientras sabíamos de los sueldazos que percibían, participaste en todos los gobiernos, desde Zedillo a Peña Nieto. Hoy que tomamos un prolongado café palpé tu rabia con el nuevo gobierno.

Echas pestes por todos los gastos que les ha recortado a Embajadores y Cónsules. Tu carácter antes festivo se agrió.  No aceptas un cambio que era forzoso se diera antes que estallara una guerra civil. Porque tú no ignoras que México ha sido desde Lázaro Cárdenas el país de la desigualdad: un multimillonaro crecimiento de pobres y un puñado de multirricos. Esto lo sabes porque como Embajador tenías información que le escondían a los mexicanos y chayoteros que jamás denunciaron el saqueo de México por los “honorables” políticos y empresarios con los que compartiste banquetes y lujos a costa del pueblo.

Amigo perdona si soy cáustico. Pero considero que aún tendrás reservas del espíritu democrático que compartimos en años hermosos, te sugiero con gran afecto que la pobreza que sabíamos, había en México no la hayas olvidado. Cierto entre las decisiones del actual gobierno, hay y habrá errores y la corrupción, esa hidra venenosa procurará revivir todo el tiempo como en el mito de Hércules. Pero apelo a tu talento para que recapacites, entiendas que estamos ante un cambio de régimen. Entonces desaparecerá de tu rostro la profunda arruga producto de la amargura, tu cuate.