Mayordomías oaxaqueñas, de la tradición a los actos de campaña

Mayordomías oaxaqueñas, de la tradición a los actos de campaña

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Por Gil Farith Matus Mendoza

Oaxaca es sin duda alguna la entidad federativa con la mayor riqueza cultural del país, la cual es producto de la interacción entre las distintas etnias que alberga y del violento mestizaje derivado de la conquista española. Este proceso histórico dio lugar al desarrollo de las artes, así como a un gran reservorio de saberes, costumbres y tradiciones.

Como es bien sabido, durante todo el año y en cada rincón el estado se celebran diferentes costumbres y tradiciones, muchas son propias de una región o comunidad en particular. Entre todas ellas, una tradición oaxaqueña muy conocida y arraigada es la mayordomía, ceremonia/festividad que mezcla la devoción y ofrenda religiosa con rituales prehispánicos y el ánimo fiestero, que nunca falta en los oaxaqueños.

Las mayordomías son en esencia rituales de ofrenda hacia un santo o virgen de la Iglesia católica, tienen el objetivo de cumplir con un voto o promesa de agradecer los logros y favores obtenidos. Cabe señalar que esta religiosidad traída por los españoles no era ajena a los pueblos indígenas de Oaxaca, ya que previamente se realizaban ritos ancestrales que tenían un fin similar.

Al respecto el escritor y poeta oaxaqueño Andrés Henestrosa comentaba sobre las velas istmeñas (tradición “nocturna” similar a las mayordomías):

“Son las velas supervivencias de antiquísimas celebraciones de los indios, conectadas con los quehaceres fundamentales del hombre: la caza, pesca y agricultura, a las que los españoles tuvieron el tino de dar un contenido cristiano, cosa común en donde quiera que los conquistadores se encontraron con este tipo de festividades religiosas. Pero se puede decir que las Velas son por fuera españolas y por dentro indias. En otras palabras, que tienen la cáscara blanca y cobriza la pulpa…”

Es decir, tanto las mayordomías como las velas istmeñas son tradiciones mestizas.

Por otra parte, desde el punto de vista económico, las mayordomías –y otras tradiciones similares– han funcionado como un mecanismo comunitario de redistribución de la riqueza, ya que generalmente el mayordomo, que es la persona que toma la responsabilidad de realizar la mayordomía, tiene que destinar una gran cantidad de recursos para cumplir debidamente con la tradición, a pesar de que siempre existe cooperación por parte de la población. Este gasto genera un efecto redistributivo al darse una dinámica en la que el flujo económico de las mayordomías beneficia a las comunidades donde se realizan: campesinos, músicos, artesanos, entre otros productores y comerciantes locales.

Esta dinámica social y económica funcionaba hasta que los caciques y partidos políticos de Oaxaca comenzaron a emplear, estratégicamente, las tradiciones como actos de campaña para darse publicidad y con ello buscar cargos públicos que les permiten ampliar su poder económico y político. Han pasado a convertirse en un despilfarro de dinero que en muchos municipios, principalmente en los que se rigen por Usos y Costumbres, no es sujeto a regulación, como gasto de campaña o propaganda política, por parte del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO).

Ante tal situación, urge una reforma legislativa en ese sentido, que permita controlar las disfrazadas prácticas de propaganda política en los procesos electorales de los municipios que se encuentran dentro del régimen de Sistemas Normativos Internos, los cuales ya han sido invadidos por partidos políticos que se aprovechan de los vacíos legales. De este tema hablaré en un siguiente artículo.

 

Chatino / Economista en proceso / UNAM
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