Sobre Petro y Colombia

Sobre Petro y Colombia

Un fantasma desvela al Capitalismo Salvaje: el Socialismo
El precio de la muerte en los periódicos
Movimientos de mujeres defensoras del territorio. Todas las historias merecen ser contadas

Por  José Ángel Ruíz Cuevas

 

El pasado domingo 19 de junio se llevó a cabo la segunda vuelta electoral en Colombia, de la cual resultó victorioso Gustavo Petro, candidato propuesto por la coalición de izquierda denominada Pacto Histórico. Con este resultado, Colombia se suma a la lista de países latinoamericanos que han apostado por un proyecto populista de izquierda en los últimos 3 años. Más allá de detenernos en las implicaciones que tiene este resultado para el futuro de la nación colombiana, o de la región latinoamericana en general, creo que es más relevante detenernos a analizar el por qué estos proyectos populistas, tanto de izquierda como de derecha, han tenido tanto éxito en el plano político-electoral de nuestro continente.

¿Por qué la segunda vuelta de las elecciones colombianas fue una disputa entre dos proyectos con ideologías opuestas pero populistas al final del día y por qué el proyecto uribista, que había gobernado Colombia por 20 años, fue derrotado en la primera vuelta electoral?

Comencemos con un poco de historia, el proyecto actualmente conocido como Uribismo recibe su nombre del presidente Álvaro Uribe quién ocupó el cargo de 2002 a 2010. Para la década de los 2000’s el problema más relevante en Colombia eran los altos índices de violencia, por lo que la política que definió a su gobierno fue el enfrentamiento contra las guerrillas colombianas que habían librado una guerra civil en contra del gobierno durante décadas.

De todos los grupos guerrilleros el más poderoso eran las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC) que han operado en el país desde 1964 y que para el año 2000 llegaron a tener 15 mil miembros activos. Colombia es uno de los países más desiguales de la región, incluso más que México, con un coeficiente de Gini de 0.54 no es de extrañar que estas guerrillas tuvieran un gran apoyo popular, particularmente en las zonas rurales del país.

Haciendo uso de organizaciones paramilitares, Uribe logró desmantelar a muchos grupos guerrilleros pequeños y a los más poderosos como las FARC los forzó a sentarse en una mesa de negociaciones. La reducción de los índices de criminalidad, la pacificación del país y las políticas de centro-derecha implementadas por el gobierno fueron condiciones que lograron atraer la inversión a Colombia y ya para finales del 2006 Uribe había logrado reducir la tasa de homicidios a la mitad y duplicar el producto interno bruto (PIB) del país.

Estos resultados en el plano económico y de seguridad lo hicieron bastante popular hasta el punto de que se reformó la constitución colombiana para que pudiera permanecer por un segundo periodo en la presidencia. Cuando la Suprema Corte de Colombia impidió que Uribe ocupara la presidencia por tercera vez, esté mando a su ministro de defensa Juan Manuel Santos para que compitiera como su peón. Santos ocupó la presidencia de 2010 a 2018, pero rompió relación política con Uribe en 2014 cuando comenzaron las negociaciones de paz con las FARC. Uribe criticó al gobierno de Santos por no ser “más decisivo” frente a los grupos guerrilleros y a través de su partido, Centro Democrático, bloqueó todas las resoluciones de paz en el senado.

La postura laxa frente a las guerrillas también fue desaprobada por la mayoría de la población colombiana cuando en 2016 ganó el “no” en el referéndum por los acuerdos de paz con las FARC, un hecho que sería capitalizado por Uribe y su partido para llegar nuevamente a la presidencia en 2018 con su candidato, Iván Duke.

La presidencia de Duke se caracterizó por un amplio descontento social provocado por una serie de políticas económicas, tributarias y ecológicas impulsadas durante su administración. En 2019 sectores de oposición se agruparon en un Comité Nacional de Paro que llamó a diferentes movilizaciones en todo el país, en 2021 se llevó a cabo un paro nacional como protesta por el mal manejo que estaba llevando el gobierno sobre la pandemia y las reformas fiscales que se estaban implementando. A estos factores se le suman los episodios de violaciones de derechos humanos en los que participaron las fuerzas de seguridad colombianas, siendo el caso más famoso el del abogado Javier Ordoñez quien fue asesinado a manos de la policía.

Tomando en cuenta todas estas circunstancias no es de extrañar que el candidato uribista, Federico Gutiérrez, haya quedado en tercer lugar durante la primera vuelta de las elecciones y tampoco es de que extrañar que en la segunda vuelta hayan competido dos propuestas populistas, una de izquierda representada por Petro y una de derecha representada por Hernández. Ambos discursos advocaban por luchar contra la corrupción de la clase política colombiana, logrando así capitalizar tanto el descontento de la población como el agotamiento del Uribismo. Y esa es una situación que se ha vuelto bastante común en otros países de América Latina, Colombia es solo un ejemplo más del surgimiento de proyectos políticos populistas que más allá de proponer una agenda o un proyecto concreto de nación, aprovechan los errores de las administraciones pasadas y el descontento de la población para llegar al poder.

 

Twitter: @AngeloRuiz96