Por Rubén Mújica Vélez
En primer lugar desde la invención de la imprenta con tipos móviles por Gutenberg en 1440, los libros fueron la ancha puerta para el auge de la cultura. La destrucción y quema de libros fue el signo de la barbarie de los nazis el siglo pasado.
En México, la edición del libro “Simiente” por el gobierno del General Cárdenas provocó en Hidalgo la reacción de la barbarie: un cura ordenó quemarlos. Hoy con la guerra civil Rusia/Ucrania se ha desatado una ola de rusofobia. Los resultados son preocupantes: cancelación de una sinfonía de Tchaikovsky; despido de un director de orquesta por ser de origen ruso, etc.
En México, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, suspendió la venta de libros de autores rusos. Patético desfiguro que revela, o hacía falta la idiocia de Pandilla y su Inquisición feudal.
Taibo II denunció esa aberración, pero de ahí a que organicen quema de libros y linchamientos de ciudadanos rusos solo media un paso mínimo. Todos estos signos de barbarie se explican por parecer demócratas “occidentales”.
Hoy por cierto tuve la profunda satisfacción de palpar la alegría de AMLO al recibir de mi parte un libro: “El pensamiento político de la derecha” de Simone de Beauvoir editado en 1955. Se lo regalé porque integrará la bibliográfica del texto que tiene en mente escribir sobre la ideología de los Reaccionarios. Compartí su alegría porque mantengo la idea que regalar libros es alimentar el pensamiento y ampliar las alas de la cultura popular ¡Abajo la contracultura!